Si bien la pandemia ha provocado que miles de pequeñas empresas cierren temporalmente o cierren definitivamente, la desaparición de la cafetería de la esquina significa más que salarios perdidos.

También representa una pérdida colectiva de creatividad.

Los investigadores han demostrado cómo se puede cultivar el pensamiento creativo mediante hábitos simples como el ejercicio, el sueño y la lectura. Pero otro catalizador son las interacciones no planificadas con amigos cercanos, conocidos casuales y completos extraños. Con el cierre de cafeterías, sin mencionar lugares como bares, bibliotecas, gimnasios y museos, estas oportunidades se desvanecen.

Por supuesto, no todas las reuniones fortuitas dan como resultado ideas brillantes. Sin embargo, a medida que saltamos de un lugar a otro, cada breve encuentro social planta una pequeña semilla que puede convertirse en una nueva idea o inspiración.

Perdiendo reuniones y observaciones fortuitas que despiertan nuestra curiosidad y sacuden los momentos "¡ajá!", nuevas ideas, grandes y pequeñas, quedan sin descubrir.

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